domingo, 19 de julio de 2009

LA AUTOVÍA
(10-12-1998)
JUAN GARODRI



De eso trataba el editorial de este periódico el día 19 de noviembre. «N-630: al menos comienza la autovía», rezaba el título.
Qué quieres que te diga, la locución conjuntiva ‘al menos’, utilizada por el editorialista con precisión y acierto, produjo en mi epidermis ese repeluzno frustrado que el jarro de agua fría produce en las expectativas infantiles. Y, a renglón seguido, mi vicio criticón (Baltasar Gracián también lo padecía) generó en mis reivindicaciones patrioteras una especie de apetencia desconfiadamente reticente que fue desinflando la apetencia e inflando la desconfianza, a medida que leía.
Veamos. Primero: repeluzno lingüístico. Si echas mano del María Moliner, advertirás que, entre otras acepciones, ‘al menos’ es una expresión correctiva que expresa la restricción a un mínimo que se pide. Como para pintarte la cara de indio y empezar el ataque. Quiero decir: la tira de años llevamos los extremeños pidiendo a los mandamases la “autovía de la Plata” y como si nada. Ahora resulta que al menos comienza. El contenido semántico de la restricción sugiere un correlato de apabullante poca cosa, algo así como si se concediese a un paralítico que pudiese, al menos, mover las orejas.
Segundo: repeluzno político. La jodida petulancia electoral de los mandamases los impulsa cada dos por tres a atribuirse los triunfos en la gestión, como si las realizaran para ellos o para el partido, en lugar de llevarlas a cabo para ayudar, de forma facticia, al personal votador. ¡Ah, los votos, esa pólvora china de la cacería democrática!. Y así, mientras unos sacan pecho porque las obras de la autovía van a comenzar (cuando termine el plazo de adjudicación), otros se arrogan el mérito de haber sido ellos quienes iniciaron los trámites para que comenzara.
Tercero: repeluzno regional. Sé que más de dos dedos se alzarán inmisericordes, y trocearán el espacio de arriba abajo, esa forma conminatoria de trocear el queso del desacuerdo o la reprimenda. Sé que me señalarán como representante de un localismo tribal y antiprogresista (aunque sería discutible determinar en qué consiste realmente el progreso). Sé que más de dos voces, en fin, lanzarán el kikirikí de la jactancia, ese grito estentóreo del perdonavidas político y del acusador autonómico.
Pero dime, amigo: Si el primer tramo adjudicado de la autovía de la Plata empieza en Zafra; si ha de transcurrir, además, la friolera de tres años hasta que concluya el plazo de adjudicación para poder comenzar las obras, ¿quieres decirme cuándo llegará la autovía a la zona norte de la provincia de Cáceres? ¿Quieres decirme cuándo llegará al puerto de Baños? Sí, ya sé, ya sé. La zona de Zafra-Almendralejo está abandonando su carácter agrario y empieza a producirse su despegue industrial. Es el premio. La autovía es el premio que merece.
Mantengo: esa actitud es similar a la del paterfamilias (sillón-bowl televisivo y todo eso), digamos, que premia siempre, en primer lugar, al hijo listo y deja con tres cuartas de mocos al hijo torpón o disminuido.
Finalmente (la cara de ingenuo se me nota a la legua): ¿Por qué se adjudica en primer lugar el tramo de Zafra-Almendralejo y no el de Puerto de Baños-Plasencia? Pregunto.

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