jueves, 8 de abril de 2010

TODO FLUYE
JUAN GARODRI
(31-3-2010)


«Panta rei». Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Es la idea fundamental de la filosofía de Heráclito (que nos transmitió Aristóteles). Todo fluye y nada permanece en un ser fijo. «Las aguas han pasado, otras hay en lugar de las primeras y aun nosotros mismos somos ya otros».
Me encontré con Chuchi Galavís (colaborador de HOY) y hablamos de todo esto. Ya se sabe que cuando te encuentras con un colega de tantos años, la conversación gira en torno a esos ingredientes descocinados de los achaques. Tensión arterial, colesterol, triglicéridos, azúcar y todo eso. Panta rei, me dijo, vamos pasando sin ser siempre los mismos. Heráclito, le dije. Un devenir asentado entre contrarios que extrañamente no destruyen sino que fecundan. Por algo los antiguos le llamaban «el oscuro». Personalidad impenetrable. Aborrecía la multitud plebeya. Sus palabras no dejan de destilar cierta gota de resentimiento cuando afirma que la multitud cree a los cantantes callejeros y tiene por maestro al sentir de la plebe. Algo así como los ‘realitys’ televisivos actuales que nos colocan descarada e impunemente. Les gustan al gentío. El morbo y la violencia es lo que más vende en televisión. Desamores de famosos o famosillos o famosuchos fluyen como agua sucia por las regateras de las pantallas y el personal agradece la facilidad con que provoca un cotilleo más o menos exasperante, por no decir repugnante. Como la plebe que cabreaba a Heráclito por creer a los cantantes callejeros.
Todo pasa, pero no nos destruye. Nos transforma en otro. Con más canas, con más achaques, pero adaptados a la nueva realidad personal, cada minuto, cada hora, cada día, se produce un devenir fisiológico, un fluir constante que explica la auténtica esencia de cada uno. Un fluir que nos lleva a la desaparición (como desaparece en su fluir el agua del río) pero no a la destrucción. Cosas de Heráclito.
Hace treinta años Galavís era un manitas que montaba sus propios muebles y ahora es un cocinilla que prepara sus propios guisos con excelente calidad. No sé cómo habrán fluido sus neuronas. Supongo que bien, a juzgar por la chispa burlona de sus artículos. De esto le hablé. Tú tampoco puedes quejarte, me dijo. Seguro que cuando, recientemente, te han abierto la cabeza, han encontrado las capas tisulares embadurnadas con fluencia de letras. ¿Y? Que todo fluye.

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