jueves, 20 de mayo de 2010

BUENA VERDAD
JUAN GARODRI
(5-5-2010)


Y qué buena verdad es, decía mi abuela cuando alguna cosa se le hacía evidente. Eso mismo he pensado estos días cuando he leído datos acerca del “caso Bono”. Que en todas partes cuecen habas. Quién iba a decirlo, por Dios, un hombre tan circunspecto, tan portador de las esencias honorables del político concienciado, tan puesto en lo de caballero español y en lo de que lo cortés no quita lo valiente, con las eses aspiradas raspándole la guturalidad y miajín rollífero, y anda, anda, también mojando el dedo en la alcuza de la corrupción. Me cuesta admitirlo, la verdad. Claro que hay que tener en cuenta una cosa: Lo he leído en un periódico digital de derechas.
Las derechas y las izquierdas, en plural, suenan a redobles del tambor español de las confrontaciones, tan histórico. En singular, sin embargo, la derecha y la izquierda remiten a conceptualizaciones elaboradas con el afán de acercarse a la política como ciencia. Es la “areté” de los sofistas (que se han empeñado en traducir como “virtud”) cuando “areté” apunta más bien a una capacitación y aptitud política. Pericles necesitaba hombres capaces para gobernar. Políticos. Ahora no tenemos políticos. Tenemos hombres y mujeres que se dedican a algo que llaman política pero que no es política. Esta política que padecemos es más bien un insuflador del ego de las apetencias. Erótica del poder. Hace creer al insuflado que por su aparición en una lista, votada posteriormente por un porcentaje determinado de votantes, se convierte en personaje. Lo cual que parece el mundo al revés. Porque la política es servicio. (Eso afirman en los mítines, caras). Y el servicio siempre está, eso, al servicio de los señores que pagan. De lo que se deduce que si el político es el servidor del pueblo, el pueblo es el señor, que paga. Debería pues ser servido por los políticos. Pero no. Los políticos se sirven de la mal llamada política para actuar, muchas veces en beneficio propio. Sólo afanes partidistas afirman que son más honestos los de derechas que los de izquierdas. Sólo afanes partidistas afirman que son más íntegros los de izquierdas que los de derechas. Tambores de guerra. Por ahí va la derechona, del brazo de Umbral. Por allí va la izquierdeta, con la mantilla del ‘cine español’.
Y Bono gargalizando eses como decorador del escenario.

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